domingo, 3 de agosto de 2008

Las Riquezas Económicas, a la Luz del Evangelio de San Mateo / Pablo Porcel

Las Riquezas Económicas, a la Luz del Evangelio de San Mateo / Pablo Porcel

Mateo, un cobrador de impuestos, se encontraba un día sentado en el banco de los tributos públicos. Repentinamente algo lo estremeció. Algo así como un trueno, una sinfonía, una vibración celestial remecía su corazón. Era la portentosa voz del Maestro, Cristo Jesús, que le decía: "Sígueme". Mateo era un ser sensible. No lo dudó un instante. Lo siguió. Quien sería luego uno de los evangelistas, sabía lo que el llamado significaba. El había sido invitado a seguir el Camino, la Verdad, la Vida; una aventura hermosa, con un principio sencillo, el Amor. Y para ello se requería sobretodo de valentía. En un periodo en que la justicia implicaba el "ojo por ojo", y el "aborrecer al enemigo", Jesucristo, en cambio, proponía: "Amad a vuestros enemigos, bendecid a quienes os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por quienes os ultrajan y os persiguen" (Mt 5: 43-44). Y luego supedita toda la ley y los mandamientos al amor: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente...Y amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas" (Mt 22: 37-40).

Así, aquella fuerza misteriosa, tan humana y sobrehumana, capaz de ennoblecer y elevar el corazón haciéndolo vibrar de majestuoso calor, se convertía ahora en religión. Cristo nos propone vivir valientemente, acordes al amor. Amado Nervo expresa en algunas líneas lo que significa sentir el amor en Cristo: "››Ya no hay un dolor humano que no sea mi dolor; / Ya ningunos ojos lloran, ya ningún alma se angustia / sin que yo me angustie y llore /.../ En vano busco en los hondos escondrijos de mi ser / para encontrar algún odio: nadie puede herirme ya / sino de piedad y amor. Todos son Yo, Yo soy todos / ¡oh Cristo!››"

Esta justa vivencia del amor por el poeta, el sentirse en unidad, en común unión con la humanidad, sugieren en el diario vivir la puesta en práctica de ideales tales como la Fraternidad, la Libertad, y la Igualdad, ideales que hacen posible la realización del amor en la Tierra, que permiten el bienestar del "Yo humanidad", en que el espíritu cristiano encuentra verdadera paz; y no en el egoísmo de la mera satisfacción del yo individual. Desde esta perspectiva, resulta muy comprensible la manera en que Cristo Jesús se refiere a la acumulación de bienes materiales, a la posesión de riquezas, a la vida de lujos y opulencias. En más de una ocasión manifiesta lo inadecuado de esa forma de vivir. Predica:"No hagáis tesoros en la Tierra...Sino haceos tesoros en el cielo...Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (Mt 6: 19-21); pues "ninguno puede servir a dos señores, porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas" (Mt 6: 24). Jesucristo es todavía mas tajante al afirmar "De cierto os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja que entrar un rico en el reino de los cielos" (Mt 19: 23-24). No es casualidad que Alberto Hurtado, hombre de profundas preocupaciones sociales, se haya encargado de recordarnos estas últimas palabras. Quienes tienen presente en sus mentes y en sus corazones el problema de la búsqueda del bienestar social, y al igual que Alberto Hurtado, lo reconocen como un deber cristiano, saben que es de capital importancia el que cada uno de los ciudadanos esté dispuesto a vivir conforme a las palabras de Cristo, es decir, siendo capaz de utilizar lo económicamente necesario, sin caer en el placer superfluo de las excesivas comodidades materiales y acumulaciones de dinero. Se requiere de una verdadera confianza en La Vida. Jesús menciona: "No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?... Mas buscad primero el reino de Dios y su justicia, lo demás se os dará por añadidura" (Mt 6: 25-26, 33).

Tal actitud de confianza permite al ser humano concretar el ideal del amor. Según ella, cada ser humano debiera orientar su vida partiendo de la pregunta de como se es útil para servir (en todo el sentido de la palabra) a la sociedad. Es entonces cuando el trabajo comienza a ser verdadera vocación, los parámetros económicos pierden importancia frente a los de entrega y servicio. Así también, comienzan a desaparecer muchas de las actuales vergonzosas conductas de quienes manejan el poder económico, por ejemplo el abuso hacia sus empleados, a quienes se les paga por un mes de duro trabajo, una suma de dinero con la que el patrón no podría sustentarse siquiera una semana. Alberto Hurtado, en su libro "Humanismo Social" (Ed del Pacífico, Santiago 1947) declara: "Cuántas riquezas son amasadas con la sangre de los trabajadores. Con frecuencia en el origen de las grandes fortunas hay acumuladas muchas injusticias: especulación, usura, egoísmos, etc". Por otra parte, Carlos González Cruchaga, Obispo Emérito de Talca, afirma que "Es necesario invertir, crear fuentes de trabajo, sacar el capital a la mesa social, sacarlo de la especulación de la banca y del mercado. Para que haya menos cesantes, algunos tendrán que tener menos ganancias y renunciar a algunos lujos. Sólo así se puede abrir un mundo con más verdad y justicia". El papel en la mejora de las condiciones sociales de los sectores económicamente privilegiados debe comenzar a tomarse más en serio. Debe entenderse que la ambición es un pecado social, pues cuando se desperdicia, malgasta, o acumula en exceso en una parte, se provoca que en otra escasee y falte. Los recursos de la naturaleza (los bienes), de los cuales a su vez dependen los servicios, no son ilimitados. Por lo tanto el dinero (aunque sea obvio) no es infinito, es limitado, de ahí que su acumulación en un sector provoque su carencia en otro. Se hace aún más claro el repudio de Jesucristo a la posesión de riquezas, debido al citado pecado social.

Es muy triste la historia que la Biblia nos entrega en Mt 19: 16-22. Se trata de un Joven Rico, que había guardado fielmente los mandamientos desde su infancia, y que al sentir sed de vida eterna, oye el llamado: "Sígueme". Estaba casi listo para caminar junto a Jesucristo, escuchar cada una de sus palabras, oír secretos innombrados, sentir la llama del amor en su corazón. Pero faltaba algo: "Anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres; y tendrás tesoro en el cielo, entonces ven y sígueme". Fuertes y claras resonaban las palabras de Jesucristo en el corazón del muchacho. Pero sus latidos estaban ya debilitados por el peso de cada uno de sus deseos de lujos y riquezas, tal vez también por algo de miedo, falta de confianza en el porvenir ¿qué sería de él sin sus bienes? El relato continúa con el joven marchándose entristecido, alejándose del camino, de la verdad, de la vida, por que tenía muchas posesiones, y su valentía no era suficiente para dejarlas. A diferencia de Mateo, el fuego abrasador del amor no alcanzaba aún a inundar su ser.

Surgen las preguntas ¿Cuánto se debe poseer para ser rico? ¿Qué significa el vivir con lo necesario? ¿Cómo saber cuando se está gastando o acumulando el dinero de una forma poco conveniente a una sociedad justa e igualitaria? ¿En qué momento mi tranquilidad económica priva de su tranquilidad a mi prójimo? Dejamos que las respuestas surjan de la conciencia de cada ciudadano, desde la libertad y la fraternidad humana. Sólo agregamos, a modo de referencia y para conocer un poco más la realidad nacional, parte de los resultados de la encuesta CASEN (Mideplan, División Social, 2003). En ella, según los ingresos económicos mensuales (sueldos) de cada ciudadano, se los agrupa en cinco quintiles (I a V, de menor a mayor riqueza; cada quintil abarca un 20 % de la población). En promedio, cada individuo del primer quintil (el 20 % más pobre) recibe $ 23.311, mientras que un individuo del quinto quintil (el 20 % más rico) recibe en promedio $ 545.050. La desigualdad es espantosa. Los datos revelan también que el quinto quintil concentra más de la mitad de los ingresos de todo el país: ¡¡el 56 % del dinero del país se distribuye sólo en el 20 % de sus habitantes!! Finalmente, según cálculos en base a dicha encuesta, si todos los ingresos en sueldos del país se distribuyeran equitativamente en sus ciudadanos, tendríamos que cada uno recibiría $ 148.984, o bien, si lo repartiéramos por familia, a cada una le corresponderían $ 561.634. Cabe a cada cual juzgar si se está siendo correcto en el manejo del dinero.

Y a la luz de estas conclusiones podemos revivir transformada la pregunta de Alberto Hurtado: "¿Es Chile un País Cristiano?". En la encuesta MORI, año 2006, el 77 % de los ciudadanos chilenos declararon profesar alguna religión cristiana. Entonces hermanos, el amor al prójimo, la conmiseración por sus sufrimientos, nos exigen construir un país que avance hacia más elevados estados de igualdad y justicia en la sociedad, para lo cual cada ser humano tiene algo que aprender y algo que contribuir. Pagar salarios justos, es parte del trabajo (justicia entendida como justicia ética, no simplemente justicia legal; la ley establece un sueldo mínimo cuyo monto inmoralmente bajo no permite la adecuada subsistencia de una familia); no permitir la explotación humana (no explotar ni dejar ser explotado); preocuparnos de que todos tengan oportunidad de educarse, de conocer sus derechos; trabajar con vocación, dedicación y entrega en lo que la sociedad necesita y no en lo que simplemente nos proporciona más dinero; luchar en conjunto por convertir el egoísmo en altruismo, la preocupación por la propia vida, en preocupación por la Vida, la satisfacción del yo (individual), en el bienestar del YO (humanidad).

El Camino es largo. Comencemos ya.


No hay comentarios: