domingo, 3 de agosto de 2008

LA ESPERA / Alfonsina

LA ESPERA / Alfonsina

Diciembre, pero el aire me sabe a invierno….y hace frío. Es todo diferente desde que estoy en Iquique; huele lejano a mi hogar, a mi familia, a mis hijos; siento que esta lucha me esta quitando las esperanzas, siento que quiero volver a mi tierra, quiero estar en casa. Ayer cuando estábamos armando las carpas en la plaza, me acordé de mi amigo Manuel ¿qué será de él?...estaba tan triste cuando partí, parece que sabía antes que yo lo que sucedería, parece que sintió antes que yo esta impotencia, esta impotencia que me aferra a una lucha incansable, pero me agota, me aterra…me desalma.

Manuel estaría acá conmigo, silencioso; de pensamiento fuerte pero voz callada….y me daría mil razones con la mirada para continuar avanzando; porque cuando el hombre lucha por una vida digna, no lo hace sólo por él y su familia, sino por todos, por este género tan confundido que se ahoga en poder e injusticia.

Ayer oí que la situación se está complicando, nos están obligando a marchar hacia el Club Hípico….No, yo no iré allá, prefiero morir de frente a la mano que me oprime, que siendo bombardeado por la espalda. A veces pienso al ver a todas estas familias que es imposible que nos hagan algo así, en medio del camino hacia el Club, la inocencia de los hijos….la desesperación de los padres, la pobreza el sufrimiento y los cañones de la bahía; es una gran imagen, demasiado potente para mis sentidos…siento que las autoridades aún tienen compasión por la vida de los que a sus ojos, no valemos mucho.

Yo no sé que hará Patricio, pero yo me voy hoy mismo, en la tarde a la escuela…que su nombre nos bendiga, Santa María. He estado hablando con Joaquín Molina y lo he convencido para que se vaya conmigo y lleve a su señora y tres hijos, ahí siento, pasarán menos frío.

Joaquincito, el mayor de los Molina, me recuerda tanto a mi hijo, su sonrisa es la misma, llena de esperanza, iluminada por la edad y la impaciencia de un niño; sólo quiero que esto acabe pronto para contarles debajo de la vieja higuera de todo lo que hemos logrado, que tengo un salario digno, que mi voz y la de mi gente ha sido escuchada, que mi libertad contratada la cargo feliz y tranquilo, que ya no hay mas fichas…malditas fichas. Maldita espera.

Hay tanta gente acá, que mi soledad se confunde con tanta humanidad. Quizás debería haberle dicho a la Julia que se viniera con los niños antes de que este problema se alargara, partieron hace varios días, no entiendo porque no han llegado a Iquique, no saben como los espero. Quizás se atrasaron en el camino, algún problema típico de transporte o dinero…pero deberían haber llegado. Hace algunos años me vi en un sueño así, entre tanta gente…pero sonreían más, bueno nada es como uno lo sueña. Siento que mi voz se pierde en este campamento improvisado, algunos obreros están enardecidos, enceguecidos y cansados; no le temo a la muerte, sólo quiero morir dignamente y con la gente que más amo; sólo quiero morir en la guerra por mis derechos, porque soy un guerrero y esta batalla es un gran paso para mis hijos y los hijos de todo Chile, los hijos de los obreros ¿por qué eso no lo ve el gobierno?...el gobierno está quedándose ciego, no hay ceguera más grave e insufrible que la ignorancia y la indiferencia.

Mis manos están cansadas y tristes, gastadas… pero mi espíritu sigue firme, y aunque el cansancio me seduce con mil ardides, algunas veces al día, no dejo de añorar lo que me espera…me gustaría ser más joven, sólo un poco. Cuando veo tantos niños veinteañeros acá me sonrío, y me veo reflejado en sus pupilas aguerridas, que se han envejecido con el trabajo y las injusticias…niños-hombres.

Mañana será veintiuno, quedan sólo cuatro días para navidad, aún pueden llegar mis hijos y mi mujer, pero no puedo esperar más acá en la plaza…pasaremos Navidad en la escuela, les dejaré un huequito junto a mi lecho en alguna salita repleta de gente; me llevaré unas frazadas que me regaló un buen hombre, un peruano que estuvo conmigo unos días, mientras armábamos las carpas, no quiero que pasen frío.

Quedan unas horas para irme a la escuela, estoy ansioso, necesito sentirme un poco mas seguro… quedan sólo cuatro días, nunca había esperado una navidad como hoy, será el día más feliz de mi vida, después de esta incertidumbre.

Hace unos años, recuerdo; le dije a mi mujer que el día de mi muerte quería tenerla a mi lado, le dije también cuanto la amaba y cuán feliz me hacía día a día…quisiera tenerla junto a mí ahora, para volver a decirlo.

Hace unos años, recuerdo murió mi padre…y lloré por primera vez en mi vida lloré. Estas semanas he llorado como aquella vez…ya mañana será diferente.

Hay algunos que dicen hay aire de milicias…no tengo miedo…falta tan poco para navidad.

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